Nacido en Madrid hace cuatro décadas, con espíritu inquieto y corazón viajero, empezó en el mundo de la moda desde el otro lado de la cámara. “Vivía en Puerto Rico y me ganaba la vida como modelo”, reconoce este hombre que hoy reside en la impronunciable Ridderkerk, Holanda, un país del que se enamoró desde el primer día en que puso un pie porque “respetan a las personas y las dejan ser uno mismo, nadie te juzga”.
Salvador se define como un autodidacta, de esas personas que no necesitan demasiada formación para desarrollarse. Cuando tenía 18 años se inscribió en un curso de fotografía en Madrid, pero nunca o terminó. “Decidí abandonarlo porque me aburría mucho. En las clases había mucho de teoría, me enseñaban muchos números, pero poco de práctica”, asegura. Además de las técnicas, que las fue aprendiendo con el tiempo a base de prueba y error, un aspecto fundamental en una sesión fotográfica de modas, es la relación del fotógrafo con la modelo: “Yo las trato con educación y respeto, pero una vez que entran al estudio, está claro que estamos trabajando. No importa si es una modelo de 15 o 35 años, yo les exijo igual porque son profesionales. Eso sí, sin olvidarme de que estoy tratando con personas”.
Si algo tiene claro Salvador Pozo, es que las que se dicen “top models” y son famosas no necesariamente son las mejores a la hora de posar ante la cámara: “Famosas hay muchas, pero modelos buenas, esas que son perfectas, que son camaleónicas, no hay tantas”. Para él, Gisele Bündchen o Alessandra Ambrosio, por nombrar a dos de las más cotizadas del mercado, son demasiado guapas. “Son muy sensuales, eso sirve para todo el glamour que representan y es bueno para un desfile de lencería, pero no para un editorial de moda”.
¿Tomaron nota, futuros fotógrafos y diseñadores?
Fuente: Revista About
Salvador se define como un autodidacta, de esas personas que no necesitan demasiada formación para desarrollarse. Cuando tenía 18 años se inscribió en un curso de fotografía en Madrid, pero nunca o terminó. “Decidí abandonarlo porque me aburría mucho. En las clases había mucho de teoría, me enseñaban muchos números, pero poco de práctica”, asegura. Además de las técnicas, que las fue aprendiendo con el tiempo a base de prueba y error, un aspecto fundamental en una sesión fotográfica de modas, es la relación del fotógrafo con la modelo: “Yo las trato con educación y respeto, pero una vez que entran al estudio, está claro que estamos trabajando. No importa si es una modelo de 15 o 35 años, yo les exijo igual porque son profesionales. Eso sí, sin olvidarme de que estoy tratando con personas”.
Si algo tiene claro Salvador Pozo, es que las que se dicen “top models” y son famosas no necesariamente son las mejores a la hora de posar ante la cámara: “Famosas hay muchas, pero modelos buenas, esas que son perfectas, que son camaleónicas, no hay tantas”. Para él, Gisele Bündchen o Alessandra Ambrosio, por nombrar a dos de las más cotizadas del mercado, son demasiado guapas. “Son muy sensuales, eso sirve para todo el glamour que representan y es bueno para un desfile de lencería, pero no para un editorial de moda”.
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Fuente: Revista About
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